Cada año, cuando el verano se despide y las temperaturas comienzan a descender, Japón se transforma en un espectáculo natural que atrae a millones de visitantes: la temporada del momiji. Entre octubre y diciembre, los paisajes se tiñen de tonos rojos, naranjas y dorados, convirtiendo parques, templos y montañas en escenarios que parecen sacados de una pintura tradicional.
Si bien la primavera y el florecimiento de los cerezos ocupan gran parte de la atención turística, el otoño japonés ofrece una experiencia igual de cautivadora, con la ventaja de menos aglomeraciones y un clima más templado. El momiji no solo es una celebración visual, sino también cultural, ya que forma parte de las costumbres y tradiciones del país desde hace siglos.
¿Qué es momiji?
La palabra momiji se utiliza en Japón para referirse tanto a las hojas de arce como al fenómeno del cambio de color que experimentan durante el otoño. Asociado con el término kōyō, que significa “hojas rojas”, el momiji simboliza la fugacidad y la belleza efímera de la naturaleza, un concepto profundamente enraizado en la estética japonesa.
La observación del momiji es una práctica extendida en todo el país, comparable al hanami de primavera, pero con un matiz más introspectivo y sereno. Familias, parejas y viajeros se reúnen en parques y templos para contemplar el esplendor cromático, muchas veces acompañado de picnic, caminatas o fotografía.
Árboles más apreciados para el kōyō

El protagonista indiscutido del otoño japonés es el arce japonés (Acer palmatum), cuyas hojas finamente recortadas adquieren tonalidades intensas de rojo y naranja. No obstante, no es el único árbol que marca el paisaje. El ginkgo, con su característico amarillo dorado, aporta contraste a las avenidas y templos; mientras que el zelkova, el liquidámbar y los castaños japoneses también se convierten en parte del espectáculo natural.
Estos árboles no solo embellecen los parques urbanos, sino que también tapizan montañas y valles, creando un mosaico multicolor que atrae a excursionistas y amantes de la fotografía.
Los mejores lugares para disfrutar del otoño en Tokio

En Tokio, el otoño ofrece paisajes sorprendentes en medio de la gran metrópoli. El Parque Rikugien, en el distrito de Bunkyō, es uno de los lugares más visitados gracias a sus jardines paisajísticos del período Edo, donde los arces se reflejan en estanques rodeados de senderos sinuosos. Durante la temporada, el parque organiza iluminaciones nocturnas que realzan los colores rojos y dorados, creando una atmósfera mágica en pleno corazón de la ciudad.
Otro sitio imperdible es el Parque Shinjuku Gyoen, que reúne más de mil especies de árboles y ofrece espacios amplios para pasear o hacer picnic mientras se contempla el momiji. También destacan la avenida de ginkgos en el Meiji Jingu Gaien, que se tiñe de un amarillo intenso, y el Monte Takao, a menos de una hora en tren, donde el senderismo se combina con panorámicas de bosques multicolores. Tokio, a pesar de su ritmo urbano, se transforma en un mosaico natural que invita a redescubrir la ciudad en cada rincón.
Los mejores lugares para disfrutar del otoño en Kamakura

En Kamakura, ciudad costera cargada de historia y templos, el otoño ofrece escenarios únicos para disfrutar del momiji. El Templo Hase-dera, célebre por su estatua de Kannon y sus jardines en terrazas, se viste de tonos rojos y dorados que contrastan con la vista al mar. Otro punto imperdible es el Templo Engaku-ji, uno de los cinco grandes templos Zen de la ciudad, donde los arces se integran a la arquitectura tradicional creando paisajes ideales para la fotografía.
También destacan el Templo Kenchō-ji, famoso por su jardín de rocas y la montaña Ten-en, que permite caminatas rodeadas de arces, y el Santuario Tsurugaoka Hachiman-gū, donde los senderos conducen a estanques enmarcados por hojas rojizas. Gracias a su cercanía con Tokio —a menos de una hora en tren—, Kamakura se convierte en una escapada perfecta para quienes desean combinar cultura, naturaleza y el encanto del otoño japonés.
Los mejores lugares para disfrutar del otoño en Kioto

En Kioto, el momiji alcanza uno de sus puntos más espectaculares en todo Japón. El Templo Tōfuku-ji, fundado en el siglo XIII, es famoso por su puente Tsutenkyō, desde el cual se contempla un valle cubierto de arces rojos y naranjas. El Templo Kiyomizu-dera, Patrimonio de la Humanidad, también es un lugar emblemático: su terraza de madera ofrece vistas panorámicas de la ciudad rodeada por un mar de colores otoñales que, al caer la tarde, se iluminan creando una atmósfera mágica.
Otro sitio imprescindible es el Templo Eikandō Zenrin-ji, célebre por la intensidad de los tonos de sus arces y por los reflejos en su estanque. A ello se suman el Pabellón Dorado (Kinkaku-ji), donde el brillo del oro contrasta con el follaje rojizo, y el Pabellón Plateado (Ginkaku-ji), que invita a pasear entre jardines tradicionales. Kioto, con sus templos centenarios y su entorno natural, convierte cada rincón en un escenario inolvidable durante la temporada del momiji.
Dónde disfrutar del otoño en Hiroshima

En Hiroshima, el otoño regala paisajes que combinan historia y naturaleza. El Parque Shukkeien, un jardín paisajístico del siglo XVII, es uno de los mejores lugares para contemplar el momiji: sus senderos serpentean entre estanques, puentes y colinas cubiertas de arces rojos y dorados. Otro punto destacado es el Castillo de Hiroshima, rodeado de fosos y jardines donde los árboles se tiñen de colores otoñales, ofreciendo un contraste entre la arquitectura samurái y la calidez de la estación.
Muy cerca, en la isla de Miyajima, el santuario de Itsukushima, con su icónico torii flotante, se convierte en un escenario aún más pintoresco cuando las montañas que lo rodean se cubren de tonos intensos. Caminos como el del Monte Misen invitan a realizar excursiones rodeadas de bosques otoñales con vistas al mar interior de Seto donde está la Isla de los Conejos. Esta combinación de espiritualidad, paisajes naturales y patrimonio cultural hace de Hiroshima y sus alrededores un destino privilegiado para disfrutar del momiji.
Lugares que hay que visitar en otoño en Osaka

En Osaka, el otoño se vive con intensidad en el Parque del Castillo de Osaka, donde más de 600 arces y cientos de ginkgos enmarcan la imponente fortaleza. El contraste entre las murallas de piedra, los fosos y los tonos rojizos y dorados del follaje convierte este lugar en uno de los más fotografiados de la ciudad durante la temporada de momiji. Al caer la tarde, las luces del castillo realzan aún más la atmósfera otoñal, atrayendo tanto a turistas como a locales.
Otro espacio imperdible es el Parque Minoo, situado a menos de 30 minutos del centro, ideal para quienes desean combinar senderismo y naturaleza. El sendero que conduce hasta la famosa cascada de Minoo está flanqueado por arces que en noviembre alcanzan su punto máximo de color. Además de los paisajes, en esta época se pueden probar especialidades locales como las hojas de arce fritas en tempura, un manjar tradicional de la zona que completa la experiencia otoñal en Osaka.
Dónde disfrutar del otoño en Kanazawa

En Kanazawa, el Jardín Kenrokuen es el epicentro del momiji y una de las postales más reconocidas del otoño en Japón. Considerado uno de los tres jardines paisajísticos más bellos del país, ofrece una variedad de arces y ginkgos que transforman sus estanques, puentes de piedra y casas de té en escenarios vibrantes. Durante noviembre, el jardín se ilumina por las noches, permitiendo apreciar los reflejos del follaje en el agua y vivir una experiencia casi teatral.
Más allá de Kenrokuen, la ciudad ofrece otros rincones donde el otoño se disfruta en plenitud. El Castillo de Kanazawa, con sus murallas y explanadas, brinda vistas panorámicas rodeadas de árboles teñidos de tonos cálidos. También destacan templos como el Myōryū-ji (conocido como el “templo ninja”) y barrios tradicionales como Higashi Chaya, donde el contraste entre las casas de madera y las hojas rojizas refuerza el encanto histórico de Kanazawa durante esta estación.
El túnel de momiji, una atracción para los admiradores de los trenes

En la prefectura de Kioto, la línea ferroviaria de Eizan se ha convertido en un destino especial durante el otoño gracias al llamado “túnel de momiji”. Este tramo del recorrido atraviesa un pasaje cubierto por arces cuyos colores envuelven el tren en un espectáculo único.
Durante la temporada, los trenes reducen su velocidad e incluso apagan las luces interiores para que los pasajeros disfruten plenamente del paisaje iluminado desde el exterior. La experiencia combina el atractivo del viaje en tren con la magia del otoño japonés.
La historia de Momijigari

El término momijigari significa literalmente “caza de hojas rojas” y tiene su origen en la aristocracia japonesa del período Heian (794-1185). En aquel entonces, nobles y poetas salían a las montañas para observar el cambio de color del follaje, componiendo versos que exaltaban la belleza efímera de la estación.
Con el paso del tiempo, esta práctica se extendió a todas las clases sociales y se convirtió en una costumbre nacional. Hoy, el momijigari es un evento anual esperado tanto por los japoneses como por los viajeros, que planifican sus rutas siguiendo los mapas de colores otoñales publicados por agencias y medios locales.
Planificar un viaje de otoño a Japón
Organizar un viaje en esta temporada requiere atención a los calendarios de coloración, ya que el momiji no ocurre al mismo tiempo en todo el país. En Hokkaidō, al norte, comienza a mediados de septiembre, mientras que en Kioto y Tokio suele alcanzarse el pico entre mediados de noviembre y principios de diciembre.
Es recomendable reservar alojamiento con antelación, ya que muchos destinos se llenan rápidamente. Para los viajeros interesados en la fotografía, un trípode y ropa de abrigo resultan esenciales, especialmente en zonas montañosas. Y para quienes quieran una experiencia completa, combinar el momijigari con visitas a templos, baños termales (onsen) y festivales locales puede transformar el viaje en un recuerdo inolvidable.
Cómo es el clima en Japón en otoño
El otoño en Japón se extiende aproximadamente de septiembre a noviembre y ofrece un clima templado que lo convierte en una de las estaciones más agradables para viajar. Septiembre todavía puede ser cálido y húmedo, con la posibilidad de tifones en algunas regiones, especialmente en el sur y la costa del Pacífico. Sin embargo, a partir de octubre las temperaturas se vuelven más frescas, rondando entre los 12 °C y 20 °C en ciudades como Tokio o Kioto, lo que permite disfrutar cómodamente de paseos al aire libre.
En cuanto a la lluvia, el otoño no es tan lluvioso como la temporada de monzones de junio y julio, pero septiembre sí suele registrar precipitaciones más frecuentes debido a los tifones. A partir de octubre y durante noviembre, los días se vuelven más estables y secos, con cielos despejados que resaltan los colores del momiji. Esto hace que noviembre, en particular, sea uno de los meses más recomendados para quienes buscan disfrutar del follaje otoñal con un clima agradable y pocas interrupciones por lluvia.