El periodista y presentador Iker Jiménez sorprendió a su audiencia al compartir en su programa una confesión personal: después de un reciente viaje, afirmó sin dudarlo que “yo viviría en Japón”. Durante su relato, describió con entusiasmo las experiencias que marcaron su visita al país asiático, desde la seguridad en las calles hasta el profundo sentido de la responsabilidad que percibió en la sociedad japonesa.
Más allá de un simple testimonio turístico, las palabras de Jiménez revelan una reflexión más amplia sobre la vida en España y la comparación inevitable con un país que, en su opinión, conserva valores como la rectitud, el honor y la excelencia en el trabajo. El presentador destacó que su estancia en Japón fue un respiro frente a la saturación de su rutina y que allí descubrió una forma de vida que considera admirable.
El descubrimiento de Japón como refugio personal
Iker Jiménez relató que, tras un año intenso de trabajo y polémicas, el viaje a Japón le resultó una especie de bálsamo. Recorrió ciudades como Osaka, Hiroshima, Kioto y Tokio, y en todas encontró la misma sensación: un orden social que contrasta con lo que se vive en gran parte del mundo. Llegó a afirmar que no solo viviría en Japón, sino que lo haría en una pequeña aldea, atraído por la tranquilidad y la nobleza de sus habitantes.
Honestidad como norma cotidiana
Entre las anécdotas más impactantes, Jiménez recordó cómo un taxista se negó a aceptar un pago superior al debido, incluso de madrugada, en plena estación central de Tokio. También mencionó la reacción de una dueña de restaurante que salió corriendo para devolverle el equivalente a apenas 10 yenes. Para él, estos gestos muestran una ética social profundamente arraigada, donde el respeto por lo ajeno es una cuestión de honor.
Seguridad y confianza en la vida diaria
El presentador subrayó que Japón le sorprendió por el nivel de seguridad en sus calles. Relató cómo es común que los niños de apenas cinco años caminen solos por las ciudades sin temor alguno, y cómo los objetos perdidos suelen ser respetados y devueltos. En contraste con la situación de otros países, afirmó que “prefiero Japón, oiga”, convencido de que esa confianza social marca la diferencia.
El valor del ikigai
Uno de los conceptos que más llamó la atención de Jiménez fue el ikigai, entendido como el propósito vital que motiva a cada persona. Explicó cómo muchos japoneses continúan trabajando incluso después de la edad de jubilación porque consideran que su labor da sentido a su existencia. Esta filosofía, según él, es la base del éxito de marcas reconocidas mundialmente como Toyota, Honda o Sony, y la razón por la cual el país se reconstruyó tras las devastaciones de la Segunda Guerra Mundial.
- Miralles, Francesc
- García, Héctor
Un país que no se parece a nada
“Japón sigue siendo el sitio que no se parece a nada”, sentenció el comunicador. Para él, la excelencia en el servicio, la meticulosidad en los detalles y la convivencia en paz son aspectos que deberían inspirar a otras sociedades. Si bien reconoció que el estilo de vida japonés puede resultar excesivamente ordenado para los españoles, defendió la necesidad de aprender de esa disciplina y sentido del deber.
Una reflexión para España
En su conclusión, Jiménez lamentó que la política española nunca tome como ejemplo ciertos aspectos positivos de Japón. Considera que, aunque las culturas sean diferentes, existen valores universales —como la honestidad, el respeto y la excelencia— que podrían enriquecer la vida pública en España. Para él, ese es el verdadero misterio: por qué no se habla de modelos sociales que, sin ser perfectos, demuestran que otro modo de convivencia es posible.