Cruzar el Océano Pacífico sin que la cartera sufra un gran impacto es la atractiva promesa de ZIPAIR, la aerolínea de bajo coste perteneciente al gigante Japan Airlines (JAL). Desde su lanzamiento en 2020, se ha posicionado como un puente asequible entre la costa oeste de Estados Unidos y Tokio, operando rutas desde ciudades como Los Ángeles, San Francisco y Houston con una moderna flota de aviones Boeing 787 Dreamliner. Su propuesta es simple: un billete de avión a un precio base radicalmente bajo, permitiendo a más viajeros soñar con los neones de Shibuya o los templos de Kioto.
Sin embargo, esta aerolínea encarna la filosofía low-cost en su máxima expresión. El precio inicial es solo el punto de partida de un viaje que el pasajero debe construir a la carta, pagando por cada servicio adicional, desde la maleta facturada hasta el agua a bordo. Esta modalidad, aunque exitosa, requiere que el viajero se desprenda de las expectativas de un vuelo transoceánico tradicional y planifique con meticulosidad. Basándose en las experiencias de cientos de usuarios que ya han realizado el trayecto, se puede construir una imagen clara de lo que significa volar más de diez horas con ZIPAIR.
El precio: el gran gancho con una letra pequeña crucial
El principal motivo por el que los viajeros eligen ZIPAIR es, sin duda, el coste. Los billetes pueden llegar a ser hasta un 50% más baratos que en las aerolíneas tradicionales. Sin embargo, los usuarios advierten de forma unánime sobre la política más estricta de la compañía: los billetes son, en esencia, «úsalos o piérdelos». No se permiten cambios ni cancelaciones pasadas las 24 horas de la compra, ni siquiera pagando una penalización. «Tienes que estar 100% seguro de tus fechas. Si surge cualquier imprevisto, has perdido el dinero», comenta un usuario en un foro de viajes de Reddit.
Los viajeros experimentados recomiendan hacer un cálculo honesto del coste final antes de dejarse llevar por la tarifa inicial, sumando el precio de la selección de asiento (casi obligatoria en un vuelo tan largo), el equipaje facturado y, al menos, una comida. Pero los precios pueden llegar a los 300 dólares para un viaje de ida y vuelta.
A bordo: la experiencia de un Dreamliner en modo ‘ultra-básico’
Una vez dentro del avión, la primera impresión suele ser positiva. Los Boeing 787 son nuevos, limpios y la configuración de asientos es moderna. No obstante, aquí es donde la experiencia low-cost se hace más tangible. El espacio para las piernas en la clase turistaes estándar, similar al de algunas aerolíneas americanas pero inferior al de sus competidoras asiáticas como ANA o la propia JAL. «Para un vuelo de 11-12 horas, el espacio se siente justo, sobre todo si eres alto», relata una vlogger de viajes en su reseña. Los pasajeros deben estar preparados para la ausencia total de extras gratuitos: no hay pantallas de entretenimiento, ni mantas, ni almohadas, ni siquiera un vaso de agua de cortesía. Todo, absolutamente todo, tiene un coste adicional.
Servicios a la carta: del Wi-Fi gratis a la comida de pago
Un punto que diferencia a ZIPAIR de otras aerolíneas de bajo coste es su oferta de Wi-Fi gratuito a bordo, un servicio muy valorado en un trayecto tan largo. Sin embargo, las experiencias de los usuarios coinciden en que la conexión es básica. «Funciona bien para enviar mensajes por WhatsApp o revisar el correo, pero no esperes poder ver Netflix o trabajar con archivos pesados», explica un pasajero. Todo lo demás se gestiona a través del portal de la aerolínea, al que se accede desde el móvil. ¿Hambre o sed? Hay que escanear un código QR, hacer el pedido desde el menú digital y pagar con tarjeta. Las comidas, que deben pedirse con antelación para asegurar disponibilidad y un mejor precio, reciben críticas mixtas: «Cumplen su función, pero no esperes la calidad de un servicio completo. Es comida de avión funcional», sentencia un comentario popular.
Muchas personas optan por comprar algo en algún local de comidas rápidas en el Aeropuerto y llevarlo en el vuelo.
El factor humano y la eficiencia: del check-in al personal de cabina
A pesar del modelo sin lujos, un aspecto que recibe elogios constantes es la calidad del servicio y la eficiencia del personal, un claro reflejo de su herencia de Japan Airlines. Los procesos de facturación y embarque en aeropuertos como el de Narita (Tokio) o Los Ángeles (LAX) son descritos como rápidos y organizados. «El personal de tierra y la tripulación de cabina son extremadamente educados y profesionales. Te atienden con una sonrisa y hacen que el proceso sea muy fluido», destaca una familia en su blog de viajes. Este toque de hospitalidad japonesa es, para muchos, un valor añadido que suaviza las asperezas del modelo de bajo coste y genera una sensación de fiabilidad.
¿Merece la pena? El veredicto de los viajeros
La respuesta a esta pregunta depende enteramente del perfil del viajero. Para el mochilero, el viajero solo que viaja ligero o la pareja con un presupuesto ajustado y fechas inamovibles, ZIPAIR es una opción casi imbatible para llegar a Japón de forma directa y económica. Es una herramienta para un fin.
Por otro lado, para familias con niños, personas que necesitan más comodidad o aquellos que valoran la flexibilidad, la suma de todos los extras necesarios puede acercar el precio final al de una aerolínea de servicio completo, haciendo que la balanza se incline hacia esta última. Una mención especial merece su clase «Full-Flat», que ofrece un asiento-cama a un precio muy inferior al de la clase business tradicional, siendo una opción intermedia muy popular para quienes buscan comodidad sin pagar una fortuna. En definitiva, ZIPAIR ha democratizado una de las rutas aéreas más largas del mundo, pero exige a cambio una planificación impecable y un ajuste radical de las expectativas.